jueves, 29 de octubre de 2015

La fábrica encantada

Autor: David Herrera Treceño


En una noche oscura el 31 de octubre, Halloween, cinco amigos: Manuel, Ángel, Ismael, Oliver y David. Fueron a pedir caramelos por todas las casas de la ciudad, cuando acabaron de pedir caramelos se toparon con una fábrica. Resultó que la había maldecido una bruja y a cada niño que entrara lo convertiría en algún monstruo para siempre: diablo, la muerte, drácula, frankenstein, momia y hombre lobo.

No les importaba en qué les convertiría, para ellos era como un reto, una nueva experiencia. Querían saber qué se sentía estando en la piel de aquellos monstruos que ellos mismos admiraban.

Una vez llegada la hora en que el hechizo se llevara a cabo los amigos estaban cada vez más muertos de miedo sin saber qué les podía llegar a pasar y si en algún momento el hechizo terminaría o acabarían así para siempre.

Dieron las campanadas de las doce de la noche y todos los niños se convirtieron en monstruos excepto uno, Ángel. No sabían el porqué de que se librara del hechizo aquel. Ángel tuvo que intentar huir por la fábrica buscando la salida, sus propios amigos no le conocían y querían acabar con cortarle la cabeza con una sierra eléctrica o incluso clavarle una estaca. Cualquiera de las opciones eran buenas para acabar con la oveja negra del grupo, era como un fraude que él no se hubiese convertido en monstruo.

Pasaban las horas y no salía de su escondite así que los monstruos desesperados decidieron salir a la calle a buscar a niños indefensos que pedían caramelos por otros lugares. Pasaban desapercibidos porque la gente que andaba por las calles podrían dar más susto que los propios monstruos, gente con la cabeza abierta llena de cicatrices en la cara con el ojo colgando, etc……

Cansados ya de dar vueltas por la ciudad decidieron volver a la fábrica en busca de Ángel a ver si decidía salir de su escondite, entraron llamándolo con voz baja para no asustarlo y que pudiera contar el porqué no se convirtió en ningún monstruo. Ya casi estaba por amanecer y el hechizo acabaría y todo volvería a la normalidad, era lo que esperaban pero sin acordarse de que la maldición era eterna, que ninguno volvería a sus vidas anteriores excepto Ángel que gracias a sus miedos fue lo que hizo.

Que el hechizo hacia el no se pudiera llevar a cabo era como un antídoto, el gran miedo que llegó a padecer de pensar que se convertiría en uno de los personajes que tanto lo aterrorizaba de pequeño.

Moraleja: A veces los miedos no son tan malos como parecen, pueden salvarnos de algunas situaciones peligrosas.


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